martes, 20 de enero de 2009

Maldiciones


- Antígona intenta enterrar a su hermano ante el temor a la maldición de su familia -

Si bien hoy en día maldecir significa decir alguna vulgaridad u ofensa, en siglos pasados eran más que simples insultos; era considerada una de las formas mágicas más poderosas y peligrosas, cuyo objetivo era causar daño, dolor, enfermedad, sufrimiento y hasta la muerte al enemigo.

Esta practica ha existido en culturas de todo el mundo desde hace miles de años y podían ser tanto habladas como escritas. Una de las prácticas orales de maldiciones consistía en invocar demonios o dioses y luego especificar con detalle lo que se deseaba hacer con la victima. Se creía que estas maldiciones eran efectivas tanto si se las gritaba al oído a la victima, como si se las susurraban a kilómetros de distancia. Pero se consideraba a las maldiciones escritas más poderosas, puesto que podían sobrevivir al momento de su creación y permanecer en el tiempo.

Existían las llamadas “Tablillas de maldición”, donde se escribían innumerables maldiciones, junto con el nombre de la victima y el efecto de la maldición, algunas palabras mágicas y el nombre de los demonios que debían llevar a cavo la maldición; estaban hechas de piezas de plomo, loza o cera. Incluso podía usarse la tablilla como “muñeco”, especificándose en ella que lo que le suceda a la tablilla, le sucederá a la victima. Se decía que el mejor lugar para enterrar y guardar tablillas eran lugares secanos a la muerte o relacionados con ella: cementerios, tumbas recientes, campos de batalla y espacios para ejecuciones. También se solía atravesar el nombre de la victima con un clavo para aumentar los efectos, o atar un fuerte alambre a la tablilla.

Estas tablillas eran muy usadas en Roma y Grecia antiguas. Estas tablillas eran muy usadas para todo tipo de fines, desde atarle la lengua a un adversario, hasta garantizar la victoria en una carrera de carros mediante una maldición a los caballos. Aunque no se aprobaba el uso de tablillas para fines privados, si eran aceptadas si la utilizaba algún agente oficial contra criminales, enemigos del Estado o adversarios militares. La mitología Griega y Romana están plagadas de maldiciones familiares y gobernantes, desde el trágico final de Agamenon hasta la maldición de la familia de Edipo.


- grabado de Hokusai donde una mujer lanza una maldición mediante una ceremonia ritual -

En la edad media el uso de maldiciones gubernamentales se redujo notablemente, pero los pobres y oprimidos seguían haciendo uso de ellas, las cuales se decía que eran muy poderosas, sobre todo si la rabia e ira con que se las fabricaba era muy grande. Un ejemplo es maldición que lanzaban los mendigos a quienes se negaban a darles una limosna, que fue muy temida durante siglos. En Japón también encontramos ejemplos de maldiciones rituales, la mayoría ejecutadas por mujeres celosas o vengativas.

Entre los siglos XVI y XVII en Inglaterra, las maldiciones públicas eran habituales. Era común ver a alguien de rodillas en calle o en las plazas pidiendo a dios de desatara sobre sus enemigos un sinfín de malestares y desgracias. Si bien estas maldiciones podían parecer inofensivas, había que tener mucho cuidado al decirlas, puesto que si la victima caía enferma por cualquier motivo, se creería que la maldición tuvo éxito y quien lanzo la maldición podía acabar en la cárcel, acusado de brujería.

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